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«Las mujeres se ponen orgullosas
cuando llega el conjunto a tocar.
Porque saben que van a gozar,
porque saben que van a bailar
de una manera espantosa».
–Arsenio Rodríguez

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Un conjunto peculiar

En el vasto universo musical latinoamericano han existido muchos conjuntos con diversos nombres e interpretando puntualmente ritmos o géneros que son considerados populares. Los hay de bachata, de merengue, de carnavalito, de vallenato, de chacarera, de joropo, de bolero; y en este instante nos detenemos porque si seguimos nombrando estilos esto parecerá el menú de una heladería exótica. Sin embargo, y volviendo a lo que nos compete, solo un conjunto tiene la desfachatez y la valentía de tocar todos estos géneros juntos sin resquemores o vergüenza alguna y además llevando como nombre uno tan directo que nunca lo hubiéramos adivinado: “El Conjunto”, a secas. ¿Y para qué más?, se pregunta este par de latinoamericanos insignes.

Por un lado encontramos a Martín Bruhn, bautizado por sus propios colegas como “el percusionista de los percusionistas” pues ha sido y continúa siendo uno de esos músicos dueños de un lenguaje y trayectoria únicos. En su proyecto personal, bautizado como “Criollo”, ha sabido combinar el folklore argentino con la música electrónica, inmortalizando así los "beats" más modernos junto a las mágicas tradiciones del Cono Sur. También participa constantemente con una interminable lista de artistas tanto en Argentina –su tierra natal– como en Norteamérica y Europa; en Viena han compuesto un concierto para bombo legüero (tambor típico de Santiago del Estero) y orquesta barroca especialmente para él. Además tiene la fama de ser uno de los hombres que más chistes conoce, una reputación de suma importancia dentro del complejo mundo iberoamericano.

El otro elemento está conformado por Augusto Bracho, personaje poco conocido pero casi mítico en la actual cultura musical de América Latina y el Caribe. Es evidente que ha venido construyendo una especie de escultura musical fundida con elementos de un sinfín de tradiciones del continente que le vio nacer y que también lo ha motivado a aparecer y desaparecer sobre escenarios de Argentina, Venezuela –su patria querida–, España y México, acompañado de sus interpretaciones y de algunas de sus canciones, tan atemporales como él mismo. Su voz, forma de tocar varios instrumentos y sentido del humor tan particulares justo coincidieron (bendito sea el destino) en el camino de su ahora entrañable compañero Bruhn, quien le invitó a participar en su segundo disco titulado “Remixes Criollos” (2014), más concretamente en la estupenda versión del clásico tradicional sudamericano “Caderona caderona”, logrando que hasta un tullido malhumorado se mueva y goce como la más desinhibida quinceañera.

Actualmente, El Conjunto de Bruhn y Bracho brinda sus “recitales imberbes” mientras se acerca la hora de publicar su primer disco, un puñado de versiones y adaptaciones de canciones populares tomadas del repertorio más arrabalero de Norte, Centro y Sudamérica, y que con la jocosa malicia de una bestia que antes de haber empezado a caminar ya galopaba, le han colocado el título desconcertante de “Antología 2”, como dando a entender que sacan su segundo trabajo antes de divulgar el primero; idea ilógica pero no menos divertida.

Sin lugar a dudas este dúo representa de una manera sincera el humor y la algarabía de lo tradicional en el sentido más alternativo y colorido de la palabra. Con su música no hay espacio para timideces, prejuicios o frialdad en el pecho. Es por esto que se le advierte seriamente al público: ¡prepárense bailadores y melómanos porque ha llegado El Conjunto!

–Carlos Malagón Malagón (artículo publicado en el semanario mexicano El Colmillo Público, agosto de 2015).

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